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Angel Díaz de Entresotos, el lado humano del político

Santander, 20 de noviembre de 2009

Angel Díaz de Entresotos, el lado humano del político

Me enteré del fallecimiento de Ángel, muy de mañana, en la cabecera del Diario Montañés. La noticia me sorprendió y entristeció mucho, dando paso a una profunda pena, hasta aparecer los recuerdos. Escribo estas líneas con el respeto y el cariño que siempre le tuve.

Le conocí en el Club Parayas, gran dicha para mí, a través del deporte y el ámbito cultural, cuando yo era monitor de tiempo libre y él abanderaba esa Sociedad, como Presidente. Recuerdo cuando depositó el voto en las elecciones a la Federación Cántabra de Baloncesto, a mediados de los ´80. Salí elegido, pero duré muy poco en el cargo.

En sucesivas veces me lo encontré en el cine, en el fútbol, en la calle. entre la gente, como un cantabro más. Quiero darle las gracias por el cariño y la confianza que me transmitió, a pesar de lo atareado que estaba en el puesto tan relevante que ocupaba: Presidente de Cantabria.

Debo destacar su sencillez y humanidad. Con sus gestos de caballero supo respetar y conducirse en la sociedad y en la vida. "Saber estar", "saber convivir", algo difícil de lograr. Llevaba consigo discreción y seriedad. "Ni una palabra de más, ni una sonrisa de menos". Era reservado, pero cercano. Quizá no expresaba, hacia fuera, todo lo que sentía por dentro.

Escuché sus sobrios y concisos discursos, plenos de intuición y profesionalidad. Eran tiempos de "Política de Patria Chica", de trabajar con honradez para nuestro futuro como comunidad. En silencio, sin ruido, sin escándalos, sin declaraciones oportunistas, sin relumbrón, sin tanto poder mediático, como ocurre actualmente.

Eran momentos en los que tocaba ser útil, servir a Cantabria y a los cántabros, y ser leal a España. Era el arranque de las Autonomías, "cuestión nada fácil", dentro de una aparente y frágil democracia. No voy a criticar aquí a los que vienen a figurar y a servirse. Simplemente, que saquen conclusiones y tomen buena nota.

Nos dejó en noviembre, en un día gris y lluvioso de otoño, con bullicio en las calles y verdes prados en el campo. La gente en sus trabajos, lo que él quería y hacía con normalidad. El pulso de la ciudad y de las cosas cotidianas sigue su curso. Nada se detiene. La vida continúa. Ahora sin su valiosa presencia.

Aunque una sensación triste y amarga nos invade en estas duras despedidas, llega la hora de decir adiós, y para siempre. Se fue el esposo, el padre, el abuelo, el amigo, el abogado.el hombre de bien, y el político con él. Nos quedan los hechos y recuerdos de una persona laboriosa, querida y entrañable. Al final, todo son afectos y sentimientos que se alojan en la memoria.

Te has ido de entre nosotros, pero tu familia, tus amigos, la sociedad cántabra, los políticos y los medios de comunicación seremos fieles guardianes de tu recto proceder, recordando, también, tu mirada serena, tu leve sonrisa y tus prolongados silencios.

Ángel, te queríamos y respetábamos. Descansa en paz.