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Carmina de Samenadi, señora del palacio de La Rañada

Liérganes, 5 de marzo de 2011

Carmina de Samenadi, señora del palacio de La Rañada

El pasado 1 de marzo falleció en su palacio de La Rañada María del Carmen Pérez de Samedani, Carmina de Samenadi, como gustaba de llamarse. Era toda una institución en Liérganes. ¿Se imaginan un palacio del siglo XVIII con su escudo, su reloj de sol, su capilla, sus piedras ennegrecidas por la humedad, sus muros hoscos, sus vigas vencidas? Allí ha transcurrido toda la vida de Carmina.

Tenía en gran estima su palacio, podría decirse que Carmina era su palacio. Cuidaba el jardín, reparó la cubierta del amplio tejado, se esmeró siempre en conservarlo en el mejor estado. Cuando dispuso de recursos se ocupó de rehabilitar la capilla. Echamos en falta en muchos palacios de Cantabria esta preocupación por la conservación del patrimonio.

Hija de padre montañés y madre suiza, hizo siempre gala de su fortaleza. Hasta fecha reciente en que se instaló una calefacción, con una salud y vigor espartanos habitaba con donosura aquellas habitaciones lóbregas, grandes y destempladas. Aun siendo octogenaria, gozaba de una vitalidad envidiable y era costumbre verla acudir a hacer la compra montada en su vieja bicicleta. Gozaba de firmes convicciones y sabía establecer rangos de distinción. Era atenta con los amigos, a los que recibía con una cuidada etiqueta.

Como buena ciudadana suiza, pues conservó esta nacionalidad, era detallista y le gustaban las cosas bien hechas. En su fuero interno, como señora del palacio sentía merecer el reconocimiento de los demás. Vivía sola en compañía de una gata siamés.

Carecía de familiares y en sus ultima horas estuvo perfectamente atendida y acompañada por Chari y Tito, comportándose ambos como más que amigos, más que familiares: un paradigma de dos cántabros de excepción. Ya con el palacio deshabitado, sujeto a una futura suerte, queda Carmina en nuestro recuerdo.