D. Jesús Hurtado, párroco de La Anunciación
Cabezón de la Sal, 17 de febrero de 2011
La Comunidad Educativa del Colegio «La Anunciación» quiere mostrar, por medio de estas líneas, su cariño, admiración, respeto y agradecimiento al Reverendo D. Jesús Hurtado Cubillas, párroco durante más de dos décadas de la Parroquia del mismo nombre y titular de este colegio diocesano que se fundó a mediados del siglo pasado.
D. Jesús falleció el pasado sábado, día 5 de febrero. El lunes siguiente, en la que ha sido su «casa» durante muchos años, fue despedido por su familia, que se desvivió por su cuidado, sus compañeros D. Pedro Cea y el actual párroco D. Álvaro Asensio, un numeroso grupo de sacerdotes, feligreses, amigos, profesores y alumnos del colegio. La ceremonia fue presidida por el Arzobispo cántabro D. Pablo Puente, antiguo Nuncio Apostólico.
El Rvdo. D. Joaquín González Echegaray leyó una emotiva homilía. Era un gran amigo . Glosó con extraordinaria minuciosidad su trayectoria personal y sacerdotal. Durante su juventud se preocupó especialmente por su formación sin dejar de crecer en humanidad y en bondad. Siempre estuvo rodeado de libros y de personas de la intelectualidad del momento. Esto no fue obstáculo para que se entregase en cuerpo y alma a los más necesitados desde la máxima discreción, sencillez y humildad. «...lo que haga tu mano derecha que no lo sepa la izquierda». D. Jesús, siempre se interesó porque a nuestros alumnos nunca les faltase de nada y que nuestro centro dispusiese de todos los instrumentos necesarios para que la enseñanza fuera de calidad. A pesar de las dificultades encontradas, sabemos que estaba muy satisfecho con la tarea que se realizaba. Los distintos estamentos del Centro le estaremos eternamente agradecidos por su silenciosa labor. No quería protagonismos. Sentía el colegio como algo muy propio que le llenaba de gozo. Su huella nunca perecerá.
D. Joaquín González Echegaray despidió así la homilía que dedicó al fallecido en la ceremonia: «Si no fueras tan callado, tan serio, tan paciente y tan humilde, tú, Jesús Hurtado, podrías ahora decir a Dios las palabras del evangelio: «Señor, cinco talentos me entregaste, aquí tienes otros cinco, que he ganado». A todos nosotros nos parece escuchar la respuesta del Señor: «Bien, siervo bueno y fiel; ya que has sido fiel en lo poco, voy a ponerte al frente de mucho. Entra en el gozo de tu Señor».