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Desde la ilusión por el proyecto

Villacarriedo, 31 de agosto de 2011

Desde la ilusión por el proyecto

Sin avisar, sin despedirse, porque no le tocaba, porque le quedaban muchos proyectos que emprender, que culminar o que apoyar, porque derrochaba ilusión y entusiasmo por el futuro, se ha ido en silencio, de repente, un amigo, Rafael Calleja Fernández. Un infarto fulminante nos arrebata a un empresario y a un ciudadano con inquietudes, con ganas de seguir aportando y de seguir cultivando la amistad.

Rafa había nacido en México hace 64 años, hijo de españoles emigrantes, y allí dio sus primeros pasos. En sus inicios profesionales estuvo muy vinculado al mar, era capitán de la marina y fue armador. Siempre se caracterizó por ser una persona emprendedora, promotor, empresario con ambición sana, porque creía en el resultado de lo que manejaba. Con motivo de la Exposición Universal de Sevilla en 1992, se embarcó en la construcción de un gran hotel, Brisas del Aljarafe, con su amigo y socio Paco Entrena. La obra, a los profesionales del diseño, a los enamorados del buen gusto, a los expertos en el sector..., no pasó desapercibida; irradiaba creatividad. Fue un buen trabajo.

Más adelante, ya a comienzos de la pasada década, Rafa Calleja fue capaz de aunar voluntades, de convertir la ruina en un esplendoroso y útil edificio adaptado al siglo XXI. Su gran obra, sin duda, fue la rehabilitación del Palacio de Soñanes en Villacarriedo, una joya arquitectónica del barroco de Cantabria que se transformó en un hotel de lujo gracias a que Rafa gestionó con destreza todas y cada una de las muchas dificultades que fueron surgiendo antes y durante la ejecución de los trabajos. Estaba orgulloso del resultado final, del trabajo en equipo con profesionales cualificados que él mismo seleccionaba. No es para menos.

Últimamente una de sus grandes ilusiones fue el restaurante Annua, donde su hijo Óscar y otros dos socios han conseguido con su apoyo, especialmente en la rehabilitación del local y en su gestión, convertir lo que era un restaurante más en uno de las grandes referencias de la hostelería en la región. Aquí Rafa no ocultaba su pasión por la alta gastronomía y el día que llegue una estrella Michelin -que llegará, Rafa, tranquilo-, él también tendrá su parte de 'culpa'.

En estos días estaba involucrado de nuevo con Paco Entrena en la rehabilitación de las fachadas de un edificio singular en El Sardinero, donde se tributa un homenaje a Mondrian. Será su obra inacabada, pero no por ello menos importante.

Rafa estaba casado con Yolanda Orallo y deja dos hijos, Rafael, productor audiovisual, y Óscar, cocinero. A todos ellos, a sus familiares y amigos, nuestro más sincero pésame.