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Dolores Aresti, la primera maestra de 2.000 niños

Reocín, 31 de marzo de 2012

Dolores Aresti, la primera maestra de 2.000 niños

María Dolores Aresti Sánchez es en Torrelavega, un nombre emblemático. El pasado día de San José murió a los 58 años tras una durísima e implacable enfermedad que la ganó la partida, pero que no la doblegó, durante los años que estuvo acosándola. El Señor, en quien siempre confió, porque era una profunda creyente, eligió un día muy especial para reclamarla a su lado: la festividad de San José. Para Lola no era un día cualquiera. Durante 35 años fue profesora de infantil, la primera maestra como la gustaba llamarse, de no menos de 2.000 pequeñines que pasaron por sus manos en la Escuela Infantil Victoria García Arce, perteneciente a la Fundación San José, a la que dedicó su vida tras terminar la carrera de Magisterio en el Colegio de los Sagrados Corazones de Torrelavega, donde cursó todos sus estudios. «Y todos salen sabiendo leer, escribir y haciendo las primeras cuentas». La gustaba presumir de sus pequeños.

José se llamaba su padre, un conocido técnico llegado a Torrelavega, desde Sestao, para trabajar en la Mina de Reocín, una persona muy querida por su afición al ciclismo y a las motos. José Antonio se llama su viudo, González Casares, periodista de carrera que fue, durante muchos años, redactor-jefe de El Diario Montañés, hasta su jubilación, y con quien se casó en 1977. Las fechas dejaron siempre huella en el calendario de su vida: nació en Torres el día 8 de septiembre, festividad de la Patrona de este pueblo de Torrelavega, la Virgen de El Milagro. Y ese mismo día, dentro de seis meses, se casará su única hija, Mariola, que ha recogido el testigo en la enseñanza infantil y en el mismo centro.

Perteneció a dos familias de raigambre en Torrelavega. Su abuela Rosario, que murió centenaria, tuvo el tesón y la fuerza para sacar adelante a sus tres fijas, después de enviudar muy joven, con una mercería, Sánchez, que sigue siendo un referente del comercio tradicional de la ciudad. Para sus suegros, José Antonio González Blanco, copropietario de la mítica imprenta de 'El Impulsor', también fallecido, y Marcela Casares, fue una hija más. Su cuñada Isabel González Casares es compañera de El Diario Montañés en Torrelavega. Lola deja tras de sí el ejemplo de una mujer valiente y a una familia que no la olvidará nunca.