Homenaje a Nené
Torrelavega, 2 de febrero de 2008
He pedido permiso para escribir estas líneas al ángel que acompañó la vida -aquí en la tierra de nuestro querer- de Nené (María Antonia Valle López-Dóriga), y que ahora le abraza; llenos ambos de la plenitud de dicha inefable, en la gloria que Dios ha preparado a sus hijos: «que ni ojo vio, ni oído oyó» (1ª Corintios 2, 9-10), y que María Antonia acaba de heredar definitivamente en la ciudadanía eterna del cielo (2ª Corintios 5, 1-2).
Doy gracias con todos vosotros -queridos Leandro y María Paz-, con vuestros familiares y amigos por Nené, que se hizo querer, acumulando en su existencia infancia y juventud desde vuestro cariño, ternura y solicitud; en una atención y afecto constante, alimentado y alentado por el amor de Aquel que cada día se empeña desde su Providencia en hacernos familiares suyos; poniendo siempre a punto su vida en la nuestra, y así poder compartirlo todo en El: «todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Filipenses 4,13); ese poder en servicio amoroso que ya en Nené se ha trasformado en «surtidor que salta hasta la vida eterna». (Juan 4, 14).
Que los dedos de esa mano amiga que consuela y acaricia que es Espíritu divino, vengan a confortaros en el dolor de su tránsito (¿qué no pérdida!) a la inmortalidad e incorrupción de ese ser querido, donde ella seguirá acompañando con su mirada e intercesión nuestros pasos, a fin de que en serena y abundante Paz y Bien, continuemos desplegando en el vivir lo mejor de nuestras energías, talentos y potencialidades; alimentando -desde el evangelio hecho oración- la esperanza cierta de encontrarnos en la mesa de fiesta y gozo sin fin, donde no falte nadie y Nené nos de la bienvenida con sus mejores galas, en el abrazo del «Dios con nosotros, Todo en todos», (1ª Corintios 15,24-28).
J. M.ª A. del Val, O. F. M.