Juan Hernández, in memoriam
Mazcuerras, 2 de septiembre de 2007
Hace unos días ha muerto Juan Hernández Trueba, ingeniero jefe de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Quiero con estas notas recordar su memoria entre los que fuimos sus compañeros y también amigos, mostrar además nuestro agradecimiento y a través de ellas honrar a su esposa e hijos.
Juan Hernández fue hijo de Ingeniero de Caminos. De su padre heredó el amor a la profesión que a su vez ha transmitido a sus hijos, pues tres de ellos han tomado el mismo sendero, de lo que se deduce cuánto amó esta profesión y cómo supo inculcar dicha pasión a su descendencia. A pesar de haber desarrollado su tarea diaria no siempre en las condiciones laborales idóneas, consiguió contagiar a sus compañeros un gran entusiasmo por su profesión a lo largo de sus muchos años de andadura laboral.
Para algunas personas poseía un carácter muy fuerte, duro, incluso a veces agrio, pero noble y de esta manera consiguió imprimir todo su conocimiento de esta compleja profesión que él dominaba profundamente. Como queda dicho el carácter de Juan no dejaba indiferente a nadie. Sin embargo a la mayoría de nosotros, sus certeros juicios nos marcaron positivamente y por eso siempre le tendremos en nuestro recuerdo.
Amigos y conocidos de Juan con quienes he comentado su muerte, confirman estas mismas apreciaciones.
Con estas palabras y en la figura de Juan, quiero rendir homenaje a esa multitud de Ingenieros de Caminos que como nuestro amigo, han desarrollado y continúan desarrollando con mimo y celo esta hermosa profesión, a menudo con muy escaso reconocimiento social. Ejemplos como el de Juan nos hacen mejores día a día en el ejercicio de nuestra tarea, labor muchas veces reconocida y muchas otras anónima, pero sin todas estas personas las empresas y la ingeniería española no serían líderes mundiales.
Me gustaría cerrar este adiós con unas palabras del poeta John Donne: "Ningún hombre es en sí equiparable a una Isla; todo hombre es un pedazo del Continente, una parte de Tierra firme; si el Mar llevara lejos un Terrón, Europa perdería como si fuera un Promontorio... como si se llevaran una Casa solariega de tus amigos o la Tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy una parte de la Humanidad. Por eso no quieras saber nunca por quien doblan las campanas; ¿están doblando por ti...!