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Juan José Díez Gracia, un hombre de fe

Santander, 26 de octubre de 2010

Juan José Díez Gracia, un hombre de fe

Juan José Díez Gracia ha sido un hombre de fe profunda, una persona honesta que supo siempre cual era el camino recto. Nació en Santander en el año 1925. Siendo niño murió su padre y el incendio de Santander (1941) terminó con los bienes familiares. Trabajó desde muy joven y supo formar una familia unida y feliz. Cumplió, junto a su esposa Matilde Gil, las bodas de oro y ya jubilado mantuvo siempre una gran actividad intelectual y religiosa.

Fue Delegado Diocesano de Aspirantes de Acción Católica y más tarde el presidente de Acción Católica y durante muchos años desarrolló una intensa actividad en torno a la Iglesia, con una especial vinculación al obispo Juan Antonio del Val.

En la década de los años setenta fue miembro del Consejo de Administración de El Diario Montañés. A él, junto a Fredesvinda Galán (qepd), le correspondió asumir la responsabilidad de administrar este periódico en los momentos más difíciles de su historia. Mantengo vivo el recuerdo de Juan José en múltiples reuniones en las que se debatía el futuro de este periódico, cuando parecía imposible encontrar futuro para un diario que padecía las consecuencias de años de carencia de inversiones y la losa de la competencia del periódico oficial, del portavoz del régimen de Franco.

Juan José mostró inteligencia, capacidad de trabajo y, sobre todo, generosidad para cuando ya se apuntaba una salida sacrificarse en aras de una solución para la empresa.

El Diario Montañés tiene una deuda con Juan José, porque merced a su tarea el periódico superó el momento más crítico de su historia y pudo transformase y remontar hasta ser el líder indiscutible en Cantabria.

Juanjo, como le llamábamos cariñosamente, murió el domingo de forma repentina. Tras regresar de misa almorzó y después inició una siesta de la que ya no despertó. Un infarto fulminante segó su vida. No tenía miedo a la muerte porque creía firmemente en Jesucristo y en la resurrección. Desde estas líneas un abrazo a su viuda, Matilde Gil y a sus hijas María de Gracia y María Isabel. M. A. CASTAÑEDA.