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Miguel Angel Castanedo

Vega de Pas, 9 de septiembre de 2010

Miguel Angel Castanedo

Los mayores tenemos el privilegio de la sinceridad. Será porque ya no tenemos muchas causas de inhibición. Desde la sinceridad más absoluta, querido Miguel Ángel, quiero decir que esta Región ha perdido con tu fallecimiento un hombre extraordinario.

Pocos discutirán tu inteligencia, y el provecho que obtenías de ella en los análisis y en lo enfoques de aquellas cosas que te interesaban. Y tu capacidad de trabajar, sobre todo en empeños de creación y organización: algunos logros de tu esfuerzo permanecerán en el tiempo y en el éxito. La confianza que prestabas en los demás pasaba por el tamiz fino de la excelencia, con el fruto de grandes profesionales formados a tu lado. Gustabas del diálogo, de buscar terrenos de acuerdo, incluso cuando el conflicto era habitual. La lealtad a tus amigos, muy selectiva y personal, era otra de tus señas de identidad. Otra más: el entendimiento de que lo "común", lo colectivo, especialmente lo regional, podría mejorar sensiblemente si se apoyaba a la sociedad civil y en todos sus agentes sin excepción.

Como ser humano espléndido, algunos rasgos de tu carácter y algunas etapas de tu larga y compleja trayectoria profesional pueden concitar opiniones críticas. Para quienes no son ni fueron tus amigos dejo esa parte inevitable. A los que te hemos querido y cultivaremos con afecto tu recuerdo, nos corresponde algo tan fácil como poner en valor las virtudes que adornaron tu vida. Y recordarlas.

Personalmente quiero agradecer tu ayuda en muchos sentidos. Fuiste muy generoso acompañando mis primeros contactos profesionales en la región, con tu consejo y apoyo. Siguió luego una excelente amistad y el regalo de muchos amigos tuyos que pude hacer míos. He podido tratar y querer a tu familia, especialmente a tu esposa, Ana. Con unos y otros seguiré disfrutando tu recuerdo.

Te habrás reunido ya con José Luís. La fatalidad de vuestras ausencias consecutivas ha sido vuestro último acuerdo existencial. Y, como casi siempre, no ha hecho falta que lo pusierais de manifiesto. Apenas cuatro meses han separado vuestras muertes. Te ha precedido un personaje entrañable que te hará más agradable la otra vida, mientras esperáis a los demás. Le tienes que dar recuerdos de mi parte y contarle, lo que ya sabe, que le echamos mucho de menos. Ahora a los dos, en el consuelo de que os estaréis haciendo compañía.

Un abrazo fuerte de tu amigo,