RICARDO RUIZ VITIENES

Santander, 6 de julio de 2008

Aquel día que te conocí, encontré en mí el niño que soñé.

Llegaste a mi vida por casualidad y en tus ojos vi soledad.

Juntos aprendimos muchas cosas, que nunca entenderán ni sabrán.

Tantas dudas, tantos silencios, tantos problemas, incógnitas que se quedaron atrapados en nosotros.

Tu inesperada partida hizo paralizar mi mundo.

¿Cómo olvidarte? Con todo lo que me enseñaste.

Cuántas lágrimas, cuánta tristeza, cuánto dolor, cuánto amor se respira en tu despedida.

Y yo sin poder llorar, sin poder hablar, sin poder entender qué pasó, y que nadie me entienda a mí.

Por esos besos que no te dí. Por todos los abrazos que nos faltó sentir, por las caricias que me diste en cada palabra, por ese amor que te tengo hoy, y que será por mucho tiempo.

Por tu amor, por mi amor, por tu vida eterna y por la mía, hoy te digo adiós.

Cuando estábamos juntos todo era difícil, y ahora que ya no estás aún lo es más.

N. T. O. C. Y. T. A.