Rufino Casuso, párroco de Pontejos, Gajano y Rubayo
Santander, 13 de febrero de 2008
Nuestro querido cura y amigo se nos ha ido sin darnos tiempo a despedirnos con una fiesta, con una cena, como la que solíamos celebrar de vez en cuando, una reunión de amigos en la que hablábamos de tantas cosas que ayer recordamos en su velatorio. Nos reímos. Sí, nos reímos en su velatorio reviviendo tantas anécdotas en torno a una mesa, en el trabajo, en el coro, en la relación fraterna. Rufino fue un buenísimo hombre. Nunca tuvo nada, ni salario, ni herencia, ni ahorros... Todo lo dio a los necesitados, porque desde que fue ordenado sacerdote su vida ha sido para los demás, nada para él. Una enfermedad se lo ha llevado en dos días, como quien dice, sin poder decirle adiós como hubiéramos querido y como se merecía, con un homenaje. El próximo marzo hubiera cumplido 63 años. Nació en Maliaño el 11 de marzo de 1945. Fue ordenado sacerdote el 15 de noviembre de 1975. Fue ecónomo de Toranzo, Bores, Dobarganes, Dobres y Cucayo, entre otras parroquias. En 1985 fue nombrado Vicario parroquial de la Iglesia de la Bien Aparecida, de Santander. Desde 1995 era párroco de Pontejos y más tarde también de Gajano y Rubayo.
Era un cura progre, a sus amigos nunca intentó imponernos nada. Se ha ido al otro mundo sin poder casarnos a ninguno, solterones empedernidos. Fue presidente de la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria. A sus feligreses, a los vecinos de Pontejos, de Gajano y de Rubayo dejo abiertas las puertas de EL DIARIO MONTAÑÉS para que relaten cómo fue este cura, sencillo, cariñoso, trabajador infatigable. Que cuenten ellos si les quería o no. Si les atendió o no. El párroco de la Bien Aparecida, Cristóbal Mirones Renedo, me dijo ayer que Rufino «fue un pastor, un hombre sencillo, cariñoso, callado, delicado en el trato y en la vida. Ha sido un gran cura. Supo llegar a los sencillos. Es ese tipo de cura que los que ya casi no existen. Deja profunda huella».
Rufino creía en el trabajo en favor de los demás sin esperar a cambio más que un abrazo. En la cercanía era un hermano. Su labor pastoral fue fecunda, desde su trabajo en los campamentos juveniles hasta la atención a los desfavorecidos. Todo lo dio. Todo. Nuestro querido cura ya descansa en paz.
J. C.F.-G.