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Un empresario adelantado al tiempo que se hizo a sí mismo

Santander, 3 de agosto de 2011

Un empresario adelantado al tiempo que se hizo a sí mismo

La noticia se podía haber producido en cualquier momento, porque la salud y las fuerzas ya le habían fallado, pero fue ayer, un día antes de su cumpleaños, que habría celebrado hoy, cuando la muerte acabó con la vida de José Luis Ceballos de la Cal. Había nacido en Barreda hace 86 años y murió en Santander, una ciudad a la que quería y en la que se complacía porque adoraba la bahía y su tierra.

Fue un empresario adelantado a su tiempo, hecho a sí mismo. Un hombre independiente, tremendamente espléndido y generoso, con una personalidad arrolladora y un porte de señor, elegante, que le acompañó hasta en los últimos y duros momentos de la enfermedad.

Sus padres, Ángel y Encarnación, regentaban un conocido establecimiento mixto en Barreda situado en una casa donde nacieron él sus otros siete hermanos. Pero una pequeña localidad le quedaba estrecha para José Luis que fue un hombre cosmopolita. De su matrimonio con la torrelaveguense Elisa Fernández, nacieron dos hijos: José Luis, muerto prematuramente, y Verónica, el principal apoyo y 'la niña de los ojos' de su padre.

Trasladó su residencia a Madrid, donde, en la Castellana, fijo su casa de 'trabajo' porque todas las semanas, puntualmente, venía a Barreda para estar junto a su madre. Cuando Encarnación falleció fijo su residencia 'personal' en Santander, ciudad que decidió hacer definitivamente suya y donde vivió algunos de los mejores años de su vida.

Fundó la empresa 'Revima', dedicada al reciclado de vidrio, pero lo hizo cuando eran muy pocos los que sabían de este sistema, por lo que fue pionero en un sector que le asentó como un empresario importante. Con sus negocios recorrió Europa en unos años en los que los españoles sólo íbamos a Alemania con la maleta y el hatillo.

Estaba orgulloso de su hija Verónica, farmaceútica, y casada con el naviero Vicente Boluda, uno de los empresarios familiares más importantes de España. Sus nietos Vicente, Ignacio y Verónica fueron su orgullo y su aliento. En los últimos años de su vida, cuando hizo del Hotel Bahía su residencia, estuvo cuidado por Antón e Izaskun Arrainz, que con sus hijos, se convirtieron también en su familia. Tuvo para su cuidado a ocho sanitarios: David, Rafael, José Antonio, Nacho, Nacho Fraile, Mariano, Roberto y Tutis, para los que más que un jefe fue un abuelo. No le faltaron nunca las visitas de sus amigos Fermín Cuesta y Antonio Gómez Estévez.

José Luis Ceballos fue, para mi, un hombre muy querido al que siempre recordaré.