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En memoria de Margarita Mata Fernández, profesora

Santillana del Mar, 8 de marzo de 2011

En memoria de Margarita Mata Fernández, profesora

Sentimos la necesidad de expresar en unas pocas líneas el afecto que te tuvimos, Marga, así lo eras para nosotros, y el recuerdo que permanecerá siempre de los momentos que hemos compartido. Hace años que nos conocimos y, desde entonces, hemos tenido ocasión de vivir juntos momentos de charlas, sobremesas y de afectos compartidos.

Para nosotros, Marga, siempre fuiste un punto de encuentro, una especie de amalgaman torno a ti. Te escuchamos decir en alguna ocasión que gustabas reunir a tu alrededor sentimientos y cariños. Y cierto es que lo lograbas en el día a día. Granjeaste amistades a lo largo de tu vida. Y hablabas de los tuyos: de tus padres, hermanos y sobrinos. Para ellos, nuestro cariño. Y con esos afectos sigues viviendo en nosotros.

Contigo, Marga, el tiempo se hacía corto. Tu conversación amena, variada, distendida, tu saber y tus conocimientos sobre tantos aspectos de la vida, tus posiciones firmes, a veces vehementes, pero siempre con un ánimo de escucha y de encuentro con el otro. Y tu amor por los animales... Tal y como tuviste ocasión de hacer, mientras la salud te lo permitió, en tus años de ejercicio de la profesión docente, siempre quedó en ti la pasión por saber y aprender, senti- mientos que impregnabas a los demás.

Como profesora de Enseñanza Secundaria por la especialidad de inglés, ejerciste la actividad docente en varios centros educativos de Cantabria desde el curso 1989-90, hasta 2005. En concreto, el IES 'Javier Orbe Cano' de Los Corrales de Buelna, el IES 'Ricardo Bernardo' de Solares, el entonces denominado 'Candina' que luego pasó a ser IES 'Cantabria' (tus amigas del Candina, como llamabas a las profesoras de Sanidad con las que tantos momentos compartiste) y, finalmente, el IES 'Miguel Herrero Pereda', en el que desempeñaste tu actividad profesional durante más de diez cursos. En todos ellos dejaste buenos recuerdos y tu buen quehacer.

Fuiste además una auténtica luchadora. Afrontaste el dolor y la enfermedad que te acompañaron muchos días de tu vida con valentía y coraje. ¡Cuántas veces hemos comentado entre nosotros ese ejemplo de vida que transmitías en el día a día!

Te recordaremos, siempre menuda pero firme, como las más sólidas rocas. Quizás en ello tengan algo que ver los roquedos que circundan tu querido Arroyo, el pueblo de Burgos en el que naciste y en el que hoy descansas.

En tus últimos días, gustabas de rememorar la poesía de Miguel Hernández. Y a Alejandra, siempre pendiente de ti, le encargaste que te trajera una antología de aquel gran poeta. Los tres conservaremos aquellas palabras tuyas en tu casa de Vispieres, cerca de Santillana del Mar, llenas siempre de ternura y de calor, cuando la vida se te iba. Y a Marta, otra de esas personas cuyo trato y amistad cultivaste, en una de sus visitas a tu casa, le pediste que te leyera aquellos versos del poeta que dicen:

A las aladas almas de las rosas/

del almendro de nata te requiero/

que tenemos que hablar de muchas cosas,/

compañero del alma, compañero.

Siempre en nuestra memoria y en nuestro corazón.