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Fernando Pombo (1943-2011)

Santander, 5 de noviembre de 2011

Fernando Pombo (1943-2011)

Tras una larga y porfiada lucha contra la enfermedad, el cáncer, que le atenazaba, Fernando Pombo ha fallecido esta madrugada en Madrid a la pronta edad de 68 años.

No recuerdo cuando conocí a Fernando, sería en Santander, pero es igual; él sabía hacerte sentir que eras amigo de siempre; era de esas escasas personas cuya inteligencia no le impedía ser sencillo hasta casi ser humilde. Nacido en 1943 en Santander, cuya ciudad y bahía fue una de sus pasiones, estudio en el colegio de los Hermanos de La Salle, antes de licenciarse en Filosofía y Derecho en las Universidades de Oviedo y Complutense de Madrid (1965) para cursar después el doctorado en Ginebra y en el reputado Instituto Max Planck de Múnich. Una formación que compatibilizó con clases de filosofía que impartía en el colegio de la Asunción de Santa Isabel de Madrid para ganarse la vida, y que le llevo a aprender francés, inglés y alemán, algo nada corriente en su generación.

Años de formación durante los que Fernando desarrollo dos de sus grandes pasiones que le acompañarían toda la vida. En primer lugar la música, creando con un grupo de amigos una orquesta de la que era pianista y fue un melómano apasionado siempre. En segundo lugar la vela, afición heredada de su padre con quien navegaba como proel y que falleció al lado suyo, ahogado, en una dramática regata en Mónaco. Como buen cántabro no hay nada que me atraiga más que el mar declaraba recientemente, llegando a ser campeón de España de vela en la clase Star durante más de siete años, y subcampeón del mundo de cruceros con sus sucesivos veleros Vindios (nombre de su hijo), con los que me he cruzado frecuentemente en la bahía de Santander. Cómo compatibilizó ambas aficiones, las manos delicadas de un pianista con las robustas de un regatista, es algo que sólo él sabrá, pero yo le he envidiado siempre, no por tener mis mismas dos pasiones, la vela y la música, sino por haber alcanzado la maestría en ambas.

Pero Fernando Pombo era sobre todo un jurista, perteneciente a esa brillante generación de abogados españoles que, quizás por haber sentido su ausencia durante el franquismo, hicieron del rule of law y del Derecho una vocación casi personal levantando con enorme esfuerzo, tesón e inteligencia esos enormes despachos que hoy son orgullo de la abogacía española. Cuando regresé de estudiar en Alemania en 1970 -decía hace pocos meses- vi que en España, que por entonces iniciaba una tímida apertura, no había despachos con proyección exterior. Ideamos un modelo de bufete pionero en prestar servicio a clientes internacionales que demandaban excelencia y cercanía cultural. Hoy ese modelo sigue vigente. Y así lo que inicio en 1971 y conjuntamente con Ignacio Gómez-Acebo (fallecido el pasado 27 de marzo), el despacho de abogados que hoy lleva sus apellidos, es hoy uno de los buques insignia de la abogacía española, con más de 350 abogados. A ello dedicó su vida entera con mucho tesón, inteligencia, sencillez y notable capacidad de liderazgo, recompensada con su elección en el 2007-2008 como primer presidente español de la International Bar Association (IBA), la asociación internacional más grande de la abogacía que agrupa a más de 45.000 abogados de más de 200 países. El Club de Derecho de Esade Alumni le concedió en Mayo pasado el premio Aptíssimi por su trayectoria profesional, y con ese motivo le preguntaron a Fernando qué le había dado más satisfacción en su profesión de abogado, a lo que contestó: Poder ser, o al menos intentarlo, una persona íntegra, honesta y confiable, lo que se presupone a un abogado. Probablemente no es cierto, no se presupone, pero sí lo era en su caso. Fernando era una mezcla compleja de luchador y componedor, de moderno y tradicional, de persona dialogante pero firme en sus convicciones, con fuerte iniciativa personal para liderar pero con notable capacidad para escuchar y cambiar de opinión.

Deja a su esposa y compañera Carmen Morales, brillante investigadora en Astrofísica, a sus hijos Clara, Regina, Carmen y Vindio. Y deja también en forma de legado la Fundación Fernando Pombo, que tiene como misión desarrollar la responsabilidad social de la abogacía y fomentar valores como el espíritu de superación, el rigor y la generosidad. ¿Cuál es la mayor enseñanza que le ha dado la vida, le preguntaban en esa misma entrevista? Es difícil elegir una sola,-contestó- pero podría decir que las cosas sólo se consiguen con lucha y esfuerzo.

Fernando sin duda ya navega de nuevo por las aguas de Santander, libre de su enfermedad y de preocupaciones. Cuando regreses a esa hermosa bahía, lector, dedícale un recuerdo. Seguro que está por ahí oteando el viento o a la caña de algún velero.