Francisco Ramos Fernández, in memoriam
Santa Cruz de Bezana, 18 de octubre de 2008
Una rápida y fatal enfermedad se ha llevado para siempre a Paco Ramos; se nos ha ido un brillante profesor y un excelente científico, poseedor además de una sólida formación humanística, con amplios conocimientos de música y pintura, méritos junto con muchos otros de los nunca presumió debido a su discreción y su natural modestia.
Dotado de una formidable capacidad de trabajo, cursó en la Universidad de Madrid al mismo tiempo las carreras de Ciencias Naturales y Farmacia, en la que consiguió el premio extraordinario de licenciatura, y obtuvo también el título de Maestro Nacional. Terminados sus estudios superiores ganó por oposición cátedras para las entonces llamadas escuelas de Magisterio y de Profesorado Mercantil, para las que además escribió varios libros de texto. Comenzó ejerciendo la docencia en Jaén, donde conoció a Marisol García, su esposa, con la que formó una ejemplar familia; trasladado más tarde a su Santander natal, desarrolló aquí su actividad profesional hasta el momento de su retiro.
A mediados de los años 50 pudo simultanear sus clases en las citadas escuelas con la preparación de alumnos en las asignaturas de Biología y Geología del en aquel tiempo vigente curso selectivo de las facultades de Ciencias, Farmacia y Medicina. Gracias a sus lecciones, impartidas en una academia reconocida al efecto que tenía su sede en el antiguo hospital de San Rafael, quien esto escribe aprobó ambas asignaturas en la primera convocatoria en los exámenes a los que se presentó por libre en la Universidad de Valladolid; no es solo esto lo que tiene que agradecerle.
Atraído por la investigación marina se incorporó en calidad de alumno libre, sin remuneración alguna, al Laboratorio Oceanográfico, la antigua estación de Biología Marina, y contribuyó a mantenerlo abierto en la situación crítica que atravesó a finales de los 50 y principios de los 60. Ganó con holgura en 1963 las oposiciones para biólogos del Instituto Español de Oceanografía con destino en dicho Laboratorio; con sus conocimientos y experiencia, ayudó a que las ganara también el autor de estas líneas, que durante casi cinco años tuvo la suerte de trabajar bajo su dirección.
Tomó posesión de su plaza en el citado centro en marzo de 1964 y fue nombrado su director casi inmediatamente; uno de sus primeros logros fue la reapertura al público del viejo museo acuario y aunque la falta de presupuesto obligó a cerrarlo poco después, gracias a sus esfuerzos consiguió no cesara la actividad científica del organismo. Puso en marcha nuevos proyectos, como el estudio de los campos de algas industriales, de las características biológicas de diversas especies de peces y moluscos y de las posibilidades de la ostricultura en diversos puntos de la costa. Organizó y dirigió los primeros trabajos sobre selectividad de redes de arrastre hechos por el Instituto en el golfo de Vizcaya. Durante cuatro años investigó las variaciones estacionales del fitoplancton en la bahía de Santander y sus alrededores, hallando una especie nueva para la región; por desgracia, no fue posible publicar los resultados de este estudio, pero sí los de otros que presentó en el Consejo Internacional para la Exploración del Mar en Copenhague o vieron la luz en la desaparecida serie Informes Técnicos de la Junta de Estudios de Pesca, editada por la antigua subsecretaría de Marina Mercante. Aun sacó tiempo en aquella época para doctorarse cum laude en Farmacia. En 1968 pidió la excedencia del Oceanográfico, dedicándose en adelante solo a la enseñanza.
Descanse en paz el hombre de bien, buen cristiano y gran amigo, al dolor de cuya familia me asocio de corazón.
ORESTES CENDRERO