In Memorian. Leopoldo, un amigo extraordinario
Santander, 21 de marzo de 2011
Recientemente falleció en una clínica de las Palmas de Gran Canaria el joven y querido abogado cántabro Leopoldo Pérez de Guzmán Gutiérrez, conocido por todos sus amigos y allegados como Polo. El finado letrado había nacido en La Cavada (Cantabria), el día 30 de abril de 1955, y como venía haciendo durante los últimos años, a mediados de diciembre pasado se había trasladado, junto con su esposa Ana Cortiguera, a pasar las Navidades a aquella isla que tanto amaba.
Tras haber sufrido un pequeño accidente en el pantalán del puerto que le hizo caer al mar, dos días después le sobrevino una bronconeumonia, por la que tuvo que se ingresado en una clínica local, de cuya UCI, desgraciadamente, y tras veintinueve días luchando entre la vida y la muerte, como consecuencia de algunas complicaciones añadidas en su estado de salud, nuestro querido amigo, a pesar de los esfuerzos de la ciencia médica no lo consiguió, muriendo el día 20 de enero. Al saberse en nuestra región su fatal desenlace, nos produjo a todos sus amigos y conocidos un general sentimiento de dolor y pena, pues todos éramos conscientes de que perdíamos a un extraordinario amigo. Conocí a Polo Pérez de Guzmán, en mayo del año 1982, fecha en la que inició el ejercicio profesional de la abogacía, como pasante del despacho de don Santiago Pérez Obregón. Desde entonces nació entre nosotros una verdadera amistad, fortalecida más tarde como consecuencia del trato casi diario que tuvimos en cumplimiento de nuestras respectivas funciones durante los cinco años que el finado amigo fue diputado de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Cantabria (1991-1996), cuyo decanato ostentaba nuestro común y buen amigo don Eduardo Casanueva Piñeiro.
Escribo estas líneas desde la pena y la nostalgia por la ausencia de entre nosotros de una persona amiga y entrañable. Polo fue un amigo de todo el mundo. Una persona buena en el más amplio sentido de la palabra, siempre dispuesto a ayudar a los demás, especialmente a los más necesitados. La estela de su poderosa personalidad quedaba reverberante entre los amigos después de haber disfrutado de su presencia durante un rato. En su ausencia, pero con la impresión aún cercana, nos preguntamos si lo que hacía de él una persona extraordinaria era su bondad, su inteligencia, su sentido del humor o su simpatía, porque todos cuantos tuvimos la suerte y el gran honor de tratarle estamos de acuerdo en que estas cualidades las poseía en un grado superlativo.
Polo nos ha dejado recuerdos para que su memoria no se extinga fácilmente. Su forma de ser: hiperactivo, inquieto, excesivo, sensible como un héroe romántico. Un amigo de sus amigos. Siempre prefirió una sonrisa o una carcajada al insulto o la discusión sin fin. Sin duda, porque desde muy joven aprendió a distinguir entre los temas por los que merece la pena luchar de aquellos otros que, aunque imaginarios, nos enfrentan e incomodan todos los días.
Te has ido cuando más faltan nos hacen amigos como tú, dispuesto a todo por nada. Tu ausencia se nota. Gracias por tu amistad. Descansa en paz, buen amigo.