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La huella de un maestro

Santander, 18 de febrero de 2012

La huella de un maestro

"El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial...", nos leía el otro Francisco, dramatizando cada verso. Y alumnos y maestros, junto a la chimenea sentíamos "los motivos del lobo" y el sueño del hombre.

Hemos sido afortunados todos aquellos que hemos compartido los sueños de alguien que, desde la lucidez de unos principios claros y firmes, supo hacerlos realidad. "Si quieres., puedes alcanzar la luna", se dibujaba a la entrada del colegio.

Entrar en el viejo Altamira de Muriedas, era sumergirte en una isla pedagógica. La que soñábamos todos los que aún sin estrenar, salíamos de la escuela de Magisterio.

Zorros, jabalíes, corzos, cárabos, patos, gallinas..., como al Francisco del poema, rodeaban el sueño de Paco. En el interior de la vieja casa, los sueños, sus sueños, se iban haciendo realidad, imprimiéndose en planchas de gelatina, moldeándose en el taller de cerámica o cultivándose en el huerto, mientras los alumnos, niños y niñas (eran tiempos del franquismo y de coeducación a escondidas), aprendían a sentir y a soñar más allá de los textos .

Compartiste, compartimos, los sueños de otros muchos, de Freinet, Montessori, de Neill, y hasta de la escuela de Barbiana. Con todos ellos, conformaste una escuela, ni mejor, ni peor, pero si diferente en experiencias, en vivencias, en creatividad en igualdad y en libertad.

Soñaste con ser "titiritero" y nos arrastraste en tu sueño, cantando y dramatizando de pueblo en pueblo, con "Antón Pirulero".

Te empeñaste en mostrarnos que el camino se hace con esfuerzo y allá fuimos, a recorrer España "a golpe de pedal". Una vieja bici, una mochila y una tienda de campaña eran suficientes para vivir una experiencia única, que aún hoy, 32 rutas después, seguimos compartiendo alumnos y maestros.

Y un día el sueño te llevó a un pequeño pueblo de Liébana. Decidiste cambiar, el asfalto por la montaña.Y allí, en Luriezo, tu fuerza, tu perseverancia hizo que el sueño se cumpliese. Levantaste de las cenizas (literalmente), la posada escolar . "Beatus Ille": "Dichoso aquel ..." ¿Quién no se ha sentido dichoso en el albergue? Cientos de alumnos han convivido y aprendido en esa "aula abierta", lejos de toda parafernalia académica.

Junto a Gabriela, nos enseñaste a distinguir los árboles, abrazando al árbol; a fabricar el pan, atizando el horno con helechos; a distinguir las constelaciones, tumbados en la hierba... Subimos montañas, escalamos rocas y hasta volamos en las campas de Aliva.

Delante de un plato de lentejas, los viernes, te escuchamos leer como D. Quijote comía lentejas los viernes. Aprendimos de la Naturaleza, en la Naturaleza y, sobre todo aprendimos a vivir, a convivir, a compartir... Hoy, seguimos recorriendo tus huellas por los senderos que nos llevan a Atieso, a Caecho, a San Tirso. Huellas grabadas en la tierra y en la mente de todos los que, junto a ti, hicimos los caminos. Hace solo unos meses participábamos de tu último sueño: un nuevo espacio de actividad, experiencia y aprendizaje, en un maravilloso entorno. Ya es realidad.

Hoy, cuando tratan de arrebatarnos los sueños, disfrazándolos de estadística y oficialismo curricular, queremos darte las gracias por habernos dejado compartir los tuyos.

Sigue soñando y déjanos soñar contigo.