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Lorenzo Corniero, profesor de enseñanza pública y concertada

Torrelavega, 14 de mayo de 2008

Lorenzo Corniero, profesor de enseñanza pública y concertada

En el Colegio Salesianos, con decir D. Lorenzo basta. Quizás sea por haber formado a muchas generaciones desde 1947 hasta 1987, o tal vez, porque los nombres de los míticos profesores, se quedan sellados en el aire de los patios de los Colegios como si el tiempo no pasase por ellos, pues toda una vida dedicada a la enseñanza siempre deja huella, especialmente, cuando desde la docencia, se ha puesto en práctica la definición de educación que, desde la Escuela Normal, dictaba la profesora de Pedagogía"La Cutanda": "Educar es formar hombres cabales y completos cual Dios los quiere y la sociedad los necesita".

Educados en la estela de la Ley Moyano, los viejos profesores que prácticamente se jubilaron con la Ley General de Educación de 1970, como es el caso de D. Lorenzo, son en la escuela tradicional verdaderos iconos de integridad, vocación, austeridad, disciplina y coherencia. Diestros en la Caligrafía, en el viejo arte de esculpir alma y mente, se enfrentaron a más de 60 alumnos por aula, con una actitud casi sacerdotal, fruto de una época donde el maestro o la maestra, era una figura especialmente querida, y muy respetada, a pesar de los correctivos aplicados "con regla sobre las palmas", o " hincando las rodillas en el áspero y frío suelo". Eran los modelos a seguir tanto en el aula, como en la calle, y sus vidas se ajustaban a esa imagen que todas las familias de sus alumnos tenían de ellos, por lo que su existencia se hacía ejemplar aunque fuese, en muchos casos, a su pesar.

No es el caso de D. Lorenzo. Su vida era ejemplar, porque él era ejemplar. Porque creía en lo que hacía, y sus ideas eran las suyas, y no las de un sistema social que las imponía. Pensaba así. Era así. Respiraba así, porque creía en un Dios que le dictaba desde su conciencia, la forma y manera de "encarrilar" los dones de cada uno de sus alumnos, porque sabía que él, como muchos de sus compañeros de claustro, era un sillar fundamental en la construcción de la "catedral de la educación" en España, que no es otra que el Aula.

Como otros muchos maestros de la enseñanza concertada, D. Lorenzo impartió docencia en sus primeros años de experiencia en la Enseñanza Pública, como maestro interino, desarrollando una "muy buena labor profesional" según reza el certificado de D. Emiliano García Barriuso, en la Escuela Unitaria de Cueto, en la de Obregón de Villaescusa, y en la Escuela Mixta de Arenas de Iguña, con un sueldo de seis mil pesetas anuales, hasta que en 1947 dirigió sus derroteros profesionales hacia la enseñanza de iniciativa social, impartiendo docencia en el Colegio Salesianos de Santander, que, a principios de siglo, se habían afincado en nuestras tierras, bajo la advocación de María Auxiliadora, y siguiendo el eco de la misión de San Juan Bosco.

D. Lorenzo, que compaginó la enseñanza, con la representación médica, y ejerciendo como A.T.S. en la Mutua Montañesa, y en los servicios de urgencia de Reinosa y de Santander, nunca entendió los ataques frontales de ciertos sindicatos de la enseñanza pública contra la enseñanza concertada, cuando él mismo había trabajado en ambas redes con la misma ilusión e igual constancia, eso sí, con un sueldo mucho menor en la enseñanza de iniciativa social, y con muchas más horas de trabajo, bajo la espada de Damocles de ser despedido si tus servicios ya no eran necesarios.

Nunca se quejó de nada. Hizo siempre lo que tenía que hacer ejerciendo como hombre bueno, buen padre, esposo y abuelo, y dedicando su vida a la enseñanza, resignándose, en cada momento, con cada una de las cruces que Dios le enviaba, en la seguridad de que, al fin del camino, su larga andadura por esta vida se vería recompensada. Que el Cielo reciba con gozo a mi padre y maestro del alma, donde mi madre ya está aguardándole.

Juan Carlos Corniero Lera