Neluco , marqués de Movellán
Comillas, 24 de septiembre de 2011
Tenía el buen aire de los famosos galanes de Hollywood de los años 50 y 60 y una hermosa cabeza de senador romano, iluminada por una sonrisa.
Tenía el don de gentes, basado en un profundo respeto al ser humano, encumbrado o humilde, y una llana cortesía.
Tenía el don de lenguas, que le permitía expresarse con facilidad de palabra y la brillantez de su amplia cultura en varios idiomas.
Tenía una bella caligrafía de copista cluniacense que lucía en primorosas cartas que escribía de su puño y letra a sus amigos y a quien fuera menester.
En pleno gozo de sus facultades mundanas y disfrute de sus bienes sociales, los heredados y los que ganó con su talento y esfuerzo, se retiró del mundanal ruido a la emblemática finca familiar comillana de "La Coteruca" con sus libros, su música y su poderosa y bien amada BMW, que según decía tenía alma. Allí, frente al mar y la vista de los Picos de Europa encontró el lugar "do soñar sus sueños" y "hacer la vida de un ser humano", hace 22 años.
Cuando el cuerpo se lo pedía, se calaba el casco, y a lomos de su brava cabalgadura corría los caminos de la Montaña, que aprendió de niño y disfrutó a tope en su granada madurez.
Su apuesta figura era bien conocida en todos los pueblos de Cantabria, desde Bores, "cabe a Espinama", que guarda el recuerdo de otro simpático marqués, el de las serranillas, a Lamasón, Suesa o Reinosa. Aparecía solo o en compañía de un grupo de moteros, todos jóvenes, que le querían y respetaban. Sus amigos moteros le acompañaron en su último viaje, desde La Coteruca al romántico cementerio de Comillas, abriendo el cortejo fúnebre, encabezado por su hijo primogénito, que pilotaba la BMV paterna.
Procedía de una familia de banqueros con intereses en Francia que prestó valiosos servicios a la Corona de España. Su padre era amigo de José María de Pereda, y en homenaje al escritor le puso el nombre de Neluco. Extraña que no le pusiera el nombre de don Celso, que es el personaje perediano que representa la virtudes del patriarca antiguo montañés. Se lo dije un día y sonrió.
Neluco era un narrador extraordinario. A mi me tuvo prendido de su palabra en un viaje por tren, desde Valladolid a Madrid contando la aventura del Pájaro Amarillo, que conocía al dedillo porque era amigo de la familia de Lotti, uno de los pilotos de la gesta atlántica, émula de la del americano Lieberg. Gesta que Neluco tuvo la satisfacción de ver conmemorada, por su iniciativa y bajo su dirección, hace dos veranos, en la Playa de Oyambre, en un acto memorable por su sencillez, fidelidad histórica y buen gusto. Naturalmente, el narrador fue el propio marqués.
Buscó la verdad a través del amor y la belleza, la buscó en la naturaleza y en el trato con las gentes sencillas. Con su maravillosa esposa María Isabel García Ogara Wright conformó la verdad de una familia de cinco hijos, yernos y nueras correspondientes y 18 nietos, a quienes hoy cumple hacer honor a las virtudes de su ilustre estirpe.
"Qué maravilla, Dios mío, qué maravilla", dijo al recibir la extremaunción.
Lo que cuadra con la honda y elegante espiritualidad que profesó entre nosotros el prócer de nuestra admiración e imborrable recuerdo.